La memoria
¿Qué es? ¿Cómo funciona? ¿Dónde está?
Todos tenemos la idea de que la memoria es un almacén donde “guardamos” conocimientos y aunque no nos equivocamos, es cierto que nos quedamos un poco cortos. La memoria es un proceso psicológico que nos sirve para codificar, almacenar y recuperar información cuando nos haga falta.
Lo que conocemos como memoria no es un todo unitario. Desde los estudios de Brenda Milner, se ha ido construyendo como un conjunto de sistemas. En la actualidad el mayor consenso se establece en relación a cinco de ellos[1]: la memoria de trabajo, la memoria procedimental, la representación perceptiva, la memoria episódica y la memoria semántica
Se ha estudiado desde muchas perspectivas distintas que nos han ido aportando luces y, a veces también sombras al respecto de algo tan complejo.
Bajo el paradigma del procesamiento de la información, surgieron diversos modelos estructurales en los que se estudian los procesos psicológicos como “procesos informáticos”. Se han planteado modelos cada vez más complejos en los que la memoria se asemejaría a una sucesión de “cajas” o “procesadores” por los que pasa, se filtra y se codifica la información, desde que la percibimos por los llamados almacenes sensoriales hasta que se guarda en la memoria a largo plazo, pasando por la memoria a corto plazo. Podríamos destacar los modelos de Broadbent (modelo del filtro) por su importancia histórica y el modelo multialmacén de Atkinson y Shifrin por ser quizá el más completo y descriptivo.
Otros enfoques se han centrado no tanto en el proceso que sigue la información sino en el procesamiento que sufre la misma. Quizá uno de los más importantes lo propusieron Craik y Lokhart, cuando se centraron en el estudio de los distintos niveles de procesamiento, estableciendo que la información se recordaría mejor o peor en función del nivel o grado de procesamiento de la misma. Así, la información basada en características de los estímulos que la contienen, producirá peor recuerdo que la información que se base en su significado, ya que esto supone un procesamiento más profundo de la misma.
Diversos estudios con técnicas como la Resonancia Magnética Funcional (fMRI), Electroencefalografía, Tomografía de Emisión de Positrones (PET)… han demostrado que determinadas partes de nuestro cerebro se activan al realizar procesos concretos de memoria, lo que nos induciría a pensar que cada sistema de memoria reside en partes concretas del cerebro[2]. No obstante, existen teorías como la de Squire que propone la existencia de “pequeñas asambleas de neuronas” con la misma funcionalidad pero alojadas en diversas partes del cerebro. Y no podemos obviar el fenómeno de la plasticidad neuronal, que es la capacidad que tienen diversas áreas cerebrales para suplir los daños funcionales producidos por una lesión, es decir, que ante una lesión el cerebro puede reorganizarse y hacer que grupos de neuronas pasen a asumir las funciones de aquellas que han sido dañadas.
En otro orden de cosas, es conocido que la memoria se ve afectada por otros procesos psicológicos como las emociones, la atención y la motivación. En el caso de las emociones, se ha comprobado que los recuerdos ligados a emociones positivas son más fuertes y que existe más facilidad para recordar hechos que concuerdan con el estado afectivo del sujeto en el momento del recuerdo. Por su parte la atención es necesaria para codificación de la información por lo que sin ella no puede haber recuerdo. La motivación afecta positivamente a la memoria de forma que la facilita.
Como hemos visto, la memoria es mucho más compleja de lo que habitualmente pensamos. Cada vez se abren más vías de investigación y vamos sabiendo más sobre ella, y aunque algunos resultados nos resulten desconcertantes sólo son un paso más en el camino de su conocimiento.
Psicotip
Si mantienes emociones positivas, centras tu atención y aumentas tu motivación… mejorarás tu memoria!
[1] Ver Para saber más sobre la memoria
[2] Ver Para saber más sobre la memoria